• 1 taza y media de lentejas negras o verdes 
• 2 dientes de ajo (o más, dependiendo de tu gusto) 
• ¼ de taza de aceite de olivo extra virgen 
• ½ taza de tahini (pasta de sésamo) 
• Sal y pimienta al gusto 
• 2 cucharaditas de comino (puede ser en polvo o entero) 
• Zumo de 1 limón amarillo 
• Agua (dependiendo de textura de lentejas) 
• Opcional: 2 hojitas de laurel y/o ¼ de cucharadita de bicarbonato de sodio

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1. Lo primero que hay que hacer es lavar bien tus lentejas. Normalmente éstas vienen con un poco de polvo y hasta una que otra piedrita. Colócalas en un colador y enjuágalas bien debajo del chorro de agua de la pica.

1. Ponlas en una olla pequeña y cúbrelas con agua filtrada. No hay una regla específica de cuántas lentejas por cuántas tazas de agua. Puedes agregar en este paso el laurel y/o el bicarbonato si normalmente te generan malestar intestinal las lentejas (otra solución es dejarlas en remojo toda la noche y tirar esa agua). 
2. Déjalas hervir por unos 15 minutos, es importante que no queden demasiado suaves. 
3. Escúrre las lentejas y déjalas enfriar un poco. Reserva en un bol pequeño un par de cucharadas de lentejas. 
4. Ponlas dentro del procesador de comida (o una buena licuadora) y añade el tahini, aceite de olivo, ajo, sal, pimienta abundante, comino y zumo de limón. Procesa bien hasta que se empiece a formar una pasta. Si está muy seca la mezcla, agrega 1 cucharada de agua a la vez hasta que llegues a la textura deseada (como la del hummus de toda la vida. 

1. Sirve tu hummus en un tazón bonito, agrega las lentejas reservadas y un poco de aceite de olivo bueno encima. Sirve con pan pita o ¡como tu quieras!

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